"Antes los incendios podían apagarlos la gente del pueblo; ahora son incontrolables"

Los expertos advierten que no se podrá proteger los bosques si no se corta la despoblación rural

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En esta vista áerea de los Bomberos se puede ver como campos cultivados se han salvado.

Los vecinos de Maials pasaron mucho miedo jueves. Veían que el fuego había llegado al municipio (aquel día quemó cuatrocientas hectáreas) y se sentían indefensos. "Estoy muy orgulloso de los campesinos porque trabajaron para proteger las propiedades, pero bien es verdad que fueron momentos muy tensos y nos sentimos indefensos", explicó viernes el alcalde, David Masot, en Diario por la noche, de Lleida Televisión.

En aquellos momentos de tensión, mucha gente quería ir a las fincas a combatir el fuego, lo cual comportaba un riesgo enorme porque el de esta semana ha sido un incendio de alta intensidad que no se puede controlar.

Lo explica Carles Arteaga, ingeniero de Monte Máster en Incendios Forestales de la Universitat de Lleida: "Tenemos un territorio que está para quemar porque está abandonado. Lo está por varias razones, entre las cuales el abandono de los núcleos rurales. Hasta hace unos años, los incendios que teníamos eran de baja intensidad. La gente del pueblo podía apagarlos porque todo estaba neto. Ahora tenemos unos incendios que son fuera de la capacidad de extinción. Esto pasa cuando la longitud de las llamas es superior a los tres metros, cuando la velocidad de propagación es de más de dos kilómetros por hora o cuando hay un fuego de copas. En estos casos, los medios de extinción no pueden hacer nada. No sirve echar agua. El fuego ha superado la capacidad de extinción."

Arteaga explica que en este tipo de siniestros tenemos dos opciones: "Queremos destinar nuestros impuestos a apagar unos fuegos que no se pueden apagar, o preferimos destinarlos a conseguir unos bosques que, aunque también se quemarán, lo harán a baja intensidad y se podrán apagar?"

La pregunta es retórica, por supuesto. Arteaga cree que hay solución: "El cambio está en manos de la sociedad. No pueden hacerlo solo los bomberos o solo los campesinos. Es un cambio social y lo tiene que protagonizar todo el mundo." Y posa un ejemplo: "En el Pirineo francés se financia un sistema para garantizar que no se abandonen las viñas, porque hacen de cortafuego. También financia una persona que ayuda los campesinos grandes".

Son ejemplos de medidas que ayudan a evitar la despoblación, que es una cosa fundamental: "No se puede abandonar el territorio. A los fuegos hay una fuente de ignición, un componente [el oxígeno] y un combustible. Las igniciones se pueden reducir. Con vigilancia, con mantenimiento de la maquinaria... El problema es la propagación. Tenemos que decidir si volamos un incendio de 200 hectáreas o bien uno de 2.000 hectáreas. La propagación depende de la meteorología, la topografía y el combustible [la vegetación]. La meteorología y la topografía no las podemos controlar, pero el combustible sí, y para poderlo hacer se tiene que mantener netos los bosques".

Todo esto tiene un coste elevado, evidentemente, que "se tiene que invertir en el mundo rural, y tendríamos que hacerlo todos. Es muy sencillo. Cuando vayas al supermercado, compra productos locales. Si aquella persona que se está ganando la vida en el territorio ve que su trabajo es rentable, no abandonará el territorio. Las almendras, de aquí; el óleo, de aquí. Todo revertirá en el territorio".

Esto mismo piensa Andreu González, director del Proyecto Bosques de Montaña. "Es un problema complejo que estamos afrontando a nivel de todo Europa. Lo estamos trabajando con el proyecto Bosques de Montaña en Cataluña, Suiza, Alemania y Austria. Necesitamos una aportación de amor al país y de amor a la tierra en un sentido de compromiso".

González piensa que para revertir la actual situación "es importante combatir la visión que se tiene en la ciudad del bosque como si fuera un espacio puro que no tenemos que tocar y que se tiene que dejar como naturaleza virgen. Nosotros invitamos la ciudadanía a venir al bosque y en las zonas rurales". El Proyecto Bosques de Montaña cree que la solución pasa para conseguir implicar la ciudadanía y lucha para conseguirlo desde hace doce años en Cataluña y desde hace treinta en Suiza. González dice que "es un espacio que hay que trabajar, con criterios técnicos y de la mano de la gente que vive en el mundo rural".

Arteaga destaca así mismo la importancia del cambio climático. "Se ha juntado el cambio climático y el abandono del territorio. El cambio climático es producto de la industrialización; la industrialización provocó el éxodo rural; el éxodo rural ha provocado el abandono del bosque... Todo está relacionado." Arteaga resume: "Qué preferimos? Cambiar el modelo social o irnos todos a la ciudad y dejar que el bosque se queme?" También esta pregunta se responde sola, está claro. Este ingeniero de la Universitat de Lleida acaba destacando que ante un incendio de alta intensidad como el de esta semana es fundamental "no posarse en peligro, porque la vegetación se recupera, pero las vidas humanas no".

Por eso hubo tanto miedo jueves en Maials y por eso era tan peligroso ir a las fincas a apagar el fuego, una cosa que querían hacer muchos campesinos pero no Joan Segura, teniente de alcalde la localidad y durante muchos años presidente de la DOP Óleo de las Garrigues. En Lleida TV explicó por qué: "Yo he sido en medio de un fuego." Y esto es luchar contra un monstruo.

 

Texto: J. Graus | Diari Segre